A medida que van aumentando los ejemplares de repoblaciones, más sus congéneres sumados a los que ya son fruto del cruce de estos con los autóctonos, tenemos un gazpacho genético en el campo que empieza a preocuparme.
Amén de que las razas tienen aspecto y comportamientos distintos, mucho más agresivos con el medio en la raza introducida además de más resistentes a las enfermedades víricas.
Pero no solo hay esas diferencias, si no que os cuento lo que difiere la reacción que he notado tras los impactos de las flechas según su carga genética.
El conejo de granja ha llegado aquí aleatoriamente por repoblaciones de otros cotos. Es más corpulento, edemas la capa de pelo suele ser pardo/grisácea a diferencia del autóctono que es pardo/marrón, los cruces salen de cualquiera de las dos capas, incluso mezcladas.
La más grande de todas las diferencias que he notado es la mayor afabilidad para el cobro en los de granja, ya que si bien son animales igualmente audaces para eludirte si están presionados como aquí y que aguantan los impactos relativamente bien para el tamaño que tiene un conejo.
El conejo autóctono va a otro nivel en ese aspecto,
son más pequeños pero el aguante está en la sangre, es increíble ver como las pulgas atómicas como yo les llamo, pueden haber vaciado toda su bolsa visceral del impacto y posterior arrastre de la flecha, seguir corriendo al zarzal y taparse, llegar, encontrar enredada la flecha en la zarza y tener que sacrificarlos a mano después de cien metros de carrera eviscerados.
Los cruces por ahora no se comportan igual que los autóctonos pero la verdad que tras impacto se parecen todavía más al autóctono que al de granja
No sé si alguno de vosotros ha podido notar estas diferencias cazándolos, para mí se hacen claramente evidentes. Un saludo
Gonzalo Pérez