El olfato del jabalí

Subestimar el buen olfato del jabalí puede suponer un error de bulto que conlleve la imposibilidad de obtener
resultados.
Debemos tener presente que esta especie tiene mermada su capacidad visual, lo que supone que, por simple necesidad
de equilibrar sus sentidos, haya desarrollado un olfato nada desdeñable.
Por eso, si contaminamos los “aires” con nuestros “efluvios” éstos llegarán rápida y claramente a la nariz del jabalí quien tiene inteligencia (o instinto) de sobra para escapar del lugar dejándonos “compuestos y sin novio”.

De igual manera que debemos intentar pasar totalmente desapercibidos visual y acústicamente (no debemos producir ningún destello ni ningún ruido), tendremos que equiparnos de tal manera que evitemos por todos los medios que nuestro olor corporal sea detectado por el jabalí.

A continuación le damos los mejores consejos para conseguirlo.

EL OLFATO DEL JABALÍ

Dos características de su físico: su enorme trufa y su larga jeta, parecen ser los principales motivos por los que el jabalí posee uno de los sistemas olfativos más eficaces del reino animal.

Por supuesto este sentido se ha visto desarrollado también por dos motivos de suma importancia para la supervivencia de la especie: defenderse de los posibles enemigos y localizar el necesario alimento.

El jabalí no sólo es capaz de detectar nuestro olor a cientos de metros de distancia, sino que también puede detectar nuestro paso varias horas después de haberse producido.

LA IMPORTANCIA DE LOS AIRES

Cualquiera que haya realizado un aguardo o que desee hacerlo debe ser plenamente consciente de la enorme
importancia de los aires. Son ellos los que, contaminados con las “esencias” de cada uno de nosotros, nos delatan ante el olfato del jabalí.

Antes de realizar el aguardo, debemos observar las huellas del jabalí para determinar por donde entra el animal y, a partir de ahí, analizaremos la incidencia de los aires en el lugar para determinar cuál será nuestra posición más correcta (que por supuesto siempre será de cara al viento reinante).

USO DE LA ROPA DEL CEBADOR

Si queremos que el olfato del jabalí no desconfíe de nosotros podemos camuflar nuestro olor o bien hacernos con un olor que le sea reconocible y que, por tanto, no lo considere extraño ni mucho menos peligroso.

De esta idea surge uno de los trucos más utilizados, simplemente por su sencillez.
Consiste en que el cebador utilice unas botas altas de goma (que cubran los muslos) y unos guantes de trabajo. Este calzado y los guantes deberán ser utilizados cada día en que vaya a cebar y después deberán ser cedidos al cazador, de manera que éste porte los mismos olores que el jabalí ha ido asimilando durante cierto tiempo y que, por tanto, no huela nada extraño.

COLOCACIÓN DEL PUESTO

Resulta evidente que la colocación del puesto de caza es uno de los puntos más fundamentales para conseguir resultados en la caza al aguardo del jabalí.

Para la correcta elección del lugar debemos tener en cuenta multitud de diferentes factores y uno de los que no podemos pasar por alto es el de la necesidad de disimular nuestro olor.

Por eso se recomienda colocar el puesto de caza lo más arriba que la orografía reinante pueda permitirnos. Se trata de intentar que nuestros olores se venteen siempre “por encima” del jabalí, para que así pasen lo más desapercibidos que sea posible.

LA IMPORTANCIA DE LA ROPA

Aunque nada tiene que ver con la estética, lo cierto es que una correcta elección del vestuario por parte del cazador resulta fundamental para conseguir resultados con el jabalí. En este sentido debemos tener en cuenta las siguientes premisas:

– No debe “sonar”: evitaremos la ropa que, al movernos, produce cualquier tipo de ruido.

– No debe “oler”: aunque nosotros no lo notemos mucha de nuestra ropa huele a detergente o suavizante que el jabalí apreciará de manera inmediata.

En este sentido conviene tener en cuenta que en el mercado se comercializa ropa técnica que, además de por
supuesto no producir ningún ruido, cubre nuestro cuerpo de una forma tal que evita la emanación de cualquier tipo de efluvio.

Buen ejemplo de ello es la Ropa Antiolor Scentlock. Se trata de un completo conjunto formado por chaqueta,
pantalones, sombrero, guantes y bolsa antiolor (esta última es imprescindible para guardar el conjunto cuando no se usa y así evitar que se impregne del olor del resto de la ropa de su armario). Un conjunto en el que está todo muy bien pensado para no dejar “libre” ninguna parte de nuestro cuerpo que pueda acabar por delatarnos.

El sombrero, por ejemplo, posee una parte para cubrir la cara dejando libres únicamente los ojos.

Quedarían por tanto sólo los pies por cubrir, algo sin duda más complicado que muchos cazadores solucionan con la utilización de cubreolores directamente sobre el calzado que utilizan para cazar. Hay quien incluso recomienda utilizar una plantilla pegada a la suela del zapato y empaparla bien con un cubreolor.

USO DE CUBREOLORES

Quizás aquí hayamos llegado al “quid” de la cuestión.

El uso de cubreolores que nos sirvan para hacer desaparecer nuestro olor corporal es sin duda un tema muy
comprometido.

En el mercado podemos encontrar diferentes modelos de cubreolores, algunos de estos productos neutralizan los olores corporales humanos, como los realizados con resinas vegetales o frutales; mientras otros aprovechan los olores de otros animales para crear confianza en el jabalí (un buen ejemplo es la orina de zorro, cuyo olor da gran seguridad a los jabalíes, quienes confían en la astucia de este animal para deambular por los campos cerca de él).

El cubreolor se rocía sobre todas las prendas que lleve el cazador: ropa, calzado, gorro, guantes, mochila... e incluso muchos recomiendan echarlo también en el propio puesto y en sus cercanías.

Por supuesto los fabricantes piensan en todo y existen en el mercado soluciones para todas y cada una de las partes de nuestro cuerpo y equipo:

– Eliminar el olor que desprendemos por la boca: basados en la idea de que el 80% de nuestro olor lo desprendemos por la boca, se han desarrollado diferentes y algo curiosos productos:

– Barras de labios elimina-olores: promete eliminar el olor producido por el aliento, al tiempo que hidrata nuestros labios.
– Chicle para masticar antiolor: para neutralizar el olor que desprendemos por la boca.
– Enjuague bucal elimina-olor.
– Pasta de dientes para eliminar el olor.

– Eliminar el olor de nuestro cuerpo: algunos productos son más “pretenciosos” que los típicos cubreolores y
pretenden eliminar directamente el olor a ser humano. Con este objetivo encontramos diferentes geles y
champús.

– Camuflar el olor de nuestro calzado: existen esencias cubreolores para calzado que se colocan por encima de
nuestras botas y prometen eliminar cualquier olor.

Como podemos ver, es todo un mundo. La gran mayoría de cazadores no tienen esa preocupación obsesiva por ocultar su olor y con seguridad el uso de todos estos productos resulte algo excesivo.

Eso no significa que no esté de más probar con algún cubreolor “tradicional” de uso sencillo (simplemente pulverizar sobre nuestra ropa) y, por supuesto, olvidarse por completo de cualquier producto para evitar las picaduras de mosquitos; puede que estos bichos resulten realmente molestos (sobre todo durante las noches de verano), pero los productos para espantarlos tienen ese mismo efecto sobre los jabalíes (escaparán de inmediato).

Como hemos dicho, el uso de los cubreolores es un tema controvertido en la actualidad, una controversia que nace en el hecho de determinar si este tipo de productos pueden considerarse “cubreolores” o “atrayentes”, puesto que en ese segundo caso, se trataría de un artículo prohibido por muchas leyes de caza de diferentes Comunidades Autónomas.

A.Alvarez

 

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